
Desde mis primeros pasos en la lectura y màs tarde en la literatura, me decidì por explorar los diversos libros de religiòn, para entender mejor en voces diferentes la palabra de Dios, cada una a su manera me hablaban de salvaciòn, amor, perdon y el pecado. A veces los seres humanos no entendemos el significado real de la vida y pasan sus vidas en buscar solo los placeres del poder, la ambiciòn por las riquezas para ser amos y caudillos, no buscar riquezas para el bien comùn pero para si mismo y alimentar el ego, durante el tiempo de vida que llevan en su estancia en la tierra, algunos de estos ademàs de hacerse ricos de manera ilegal, robando al estado, abusando del poder que el pueblo les confiere, llegando hasta a matar a sus opositores, esos son los corruptos. En la hermana naciòn de Argentina es lo que esta sucediendo, suicidios a granel por parte de los asesinos que durante la dictadura abusaròn del pueblo y de su gente. La paga del pecado es muerte y este es el final de los corruptos, la muerte.
Videos y fotos gracias al Clarin de Argentina.
Era un violento. A los 11 años tuvo una escopeta. Con ella mató a un halcón. Su foja de servicios acumula denuncias por torturas. Y hasta sus jefes durante la dictadura lo dejaron un tiempo inactivo por "matar sin razón".
Fue un protegido del represor Antonio Bussi, quien le rebajó dos veces su condena a perpetua por el asesinato de tres delincuentes. Bussi fue su espejo, sin azogue, pero su espejo. Ferreyra hasta pensó gobernar la provincia y para eso fundó un partido político, "HoNor", (Horizonte Norteño) que languideció con pena y sin glorias, después de dar su apoyo a Bussi.
Justificó sus crímenes con una frase del medioevo: "La Justicia es lenta. La policía tiene que ser violenta de por sí".
Alrededor de las 16.30, los gendarmes, que se habían mantenido fuera de la finca, intentaron penetrar al lugar.
En ese momento, Ferreyra se llevó el arma a la cabeza y se disparó un balazo mientras la televisión filmaba todo. Fue llevado a un hospital de inmediato, pero llegó muerto.
El "Malevo" cobró notoriedad cuando encabezó varios motines policiales en contra del entonces gobernador peronista Fernando Riera en la década de los 80.
En 1991 era jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía tucumana y junto a algunos subordinados detuvo en forma ilegal a tres malvivientes en la vecina provincia de Salta. Los llevó a la localidad tucumana de Laguna Robles y al día siguiente simuló un enfrentamiento y los fusiló.
En diciembre de 1993 fue juzgado por este crimen y condenado a prisión perpetua. Minutos después de escuchar el fallo, copó sin ningún tipo de oposición la alcaidía de Tribunales y horas después se fugó del edificio, con una granada de guerra en la mano y la complicidad policial.
Fue recapturado tres meses más tarde en Zorro Muerto, un remoto paraje de Santiago del Estero donde se había ocultado con María de los Angeles y después que se frustraron sus intentos de negociar con el entonces gobernador Ramón "Palito" Ortega.
En aquella ocasión, al verse rodeado por la Policía, juró que no lo atraparían vivo. Pero después de algunas horas terminó entregándose.
Ayer, el final fue distinto.
La vida de un hombre violento
Calzaba un sombrero aludo, de "ranger", de otro escenario distinto al humilde y bello paisaje rural tucumano. Vestía botas y camisas negras. Se había creado un personaje a imagen y semejanza de los vaqueros y tipos rudos a los que alguna vez dijo admirar: John Wayne, Charles Bronson. El disparo con el que puso fin a su vida ayer, fue cinematográfico y frente a las cámaras.
Era un violento. A los 11 años tuvo una escopeta. Con ella mató a un halcón. Su foja de servicios acumula denuncias por torturas. Y hasta sus jefes durante la dictadura lo dejaron un tiempo inactivo por "matar sin razón".
Fue un protegido del represor Antonio Bussi, quien le rebajó dos veces su condena a perpetua por el asesinato de tres delincuentes. Bussi fue su espejo, sin azogue, pero su espejo. Ferreyra hasta pensó gobernar la provincia y para eso fundó un partido político, "HoNor", (Horizonte Norteño) que languideció con pena y sin glorias, después de dar su apoyo a Bussi.
Justificó sus crímenes con una frase del medioevo: "La Justicia es lenta. La policía tiene que ser violenta de por sí".
El ex comisario Mario "Malevo" Ferreyra, quien gozaba de libertad condicional tras cumplir la mayor parte de una condena por triple homicidio, se suicidó ayer para no entregarse a la Gendarmería, que tenía orden de un juez federal de detenerlo por presuntas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
Ferreyra había insinuado que ese sería su final al ser entrevistado telefónicamente el jueves por la mañana en el programa "Los Primeros", que se emite en simultáneo por la radio LV 12 y el Canal 10 locales. Dejó entrever que no se entregaría y habló de "tomar una decisión drástica". Cuando le preguntaron si era capaz de quitarse la vida, respondió: "Ustedes sacarán conclusiones después. No me gustan las palabras; voy a los hechos".
El juez federal subrogante N° 1 de Tucumán, Daniel Bejas, había ordenado su detención el 11 de este mes, a fin de indagarlo como imputado en relación con la megacausa del Arsenal Miguel de Azcuénaga, donde funcionó entre 1976 y 1981 el principal centro clandestino de detención de la provincia.
Como no lo hallaron en su domicilio legal, Bejas reiteró la orden el lunes último para que se cumpliese "donde se lo encuentre".
Ayer, después del mediodía, una veintena de efectivos del Escuadrón 55 de la Gendarmería se presentaron en una finca de San Andrés, en las afueras de la capital tucumana, donde el "Malevo" vivía con su compañera María de los Angeles Núnez y sus hijos.
Ferreyra, armado con un revólver, se atrincheró y se resistió al arresto. Pasado cierto tiempo, se trepó al tope de un tanque de agua de unos 30 metros de altura, situado en el jardín de la casa.
Allí se acomodó en una silla y, sereno en apariencia, concedió una entrevista a Crónica TV, en la que volvió a dar a entender que se suicidaría. Dijo que haría "como Aníbal", en alusión al general cartaginés que se envenenó en 183 antes de Cristo
Ferreyra había insinuado que ese sería su final al ser entrevistado telefónicamente el jueves por la mañana en el programa "Los Primeros", que se emite en simultáneo por la radio LV 12 y el Canal 10 locales. Dejó entrever que no se entregaría y habló de "tomar una decisión drástica". Cuando le preguntaron si era capaz de quitarse la vida, respondió: "Ustedes sacarán conclusiones después. No me gustan las palabras; voy a los hechos".
El juez federal subrogante N° 1 de Tucumán, Daniel Bejas, había ordenado su detención el 11 de este mes, a fin de indagarlo como imputado en relación con la megacausa del Arsenal Miguel de Azcuénaga, donde funcionó entre 1976 y 1981 el principal centro clandestino de detención de la provincia.
Como no lo hallaron en su domicilio legal, Bejas reiteró la orden el lunes último para que se cumpliese "donde se lo encuentre".
Ayer, después del mediodía, una veintena de efectivos del Escuadrón 55 de la Gendarmería se presentaron en una finca de San Andrés, en las afueras de la capital tucumana, donde el "Malevo" vivía con su compañera María de los Angeles Núnez y sus hijos.
Ferreyra, armado con un revólver, se atrincheró y se resistió al arresto. Pasado cierto tiempo, se trepó al tope de un tanque de agua de unos 30 metros de altura, situado en el jardín de la casa.
Allí se acomodó en una silla y, sereno en apariencia, concedió una entrevista a Crónica TV, en la que volvió a dar a entender que se suicidaría. Dijo que haría "como Aníbal", en alusión al general cartaginés que se envenenó en 183 antes de Cristo
Alrededor de las 16.30, los gendarmes, que se habían mantenido fuera de la finca, intentaron penetrar al lugar.
En ese momento, Ferreyra se llevó el arma a la cabeza y se disparó un balazo mientras la televisión filmaba todo. Fue llevado a un hospital de inmediato, pero llegó muerto.
El "Malevo" cobró notoriedad cuando encabezó varios motines policiales en contra del entonces gobernador peronista Fernando Riera en la década de los 80.
En 1991 era jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía tucumana y junto a algunos subordinados detuvo en forma ilegal a tres malvivientes en la vecina provincia de Salta. Los llevó a la localidad tucumana de Laguna Robles y al día siguiente simuló un enfrentamiento y los fusiló.
En diciembre de 1993 fue juzgado por este crimen y condenado a prisión perpetua. Minutos después de escuchar el fallo, copó sin ningún tipo de oposición la alcaidía de Tribunales y horas después se fugó del edificio, con una granada de guerra en la mano y la complicidad policial.
Fue recapturado tres meses más tarde en Zorro Muerto, un remoto paraje de Santiago del Estero donde se había ocultado con María de los Angeles y después que se frustraron sus intentos de negociar con el entonces gobernador Ramón "Palito" Ortega.
En aquella ocasión, al verse rodeado por la Policía, juró que no lo atraparían vivo. Pero después de algunas horas terminó entregándose.
Ayer, el final fue distinto.
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