Sobre la agresion a Berlusconi
La agresión a Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, es una prueba más de los riesgos que la exposición pública entraña para los que ejercen el poder o para aquellos que tienen resonancia en la vida pública. Independientemente de eso, es evidente que esta agresión, teniendo en cuenta el clima que ha ido creciendo en la política italiana, donde todo se mezcla en torno al máximo ejecutivo del Gobierno, puede tener todo tipo de lecturas, que ya se están haciendo en Italia y en el mundo. La inmediatez con la que llegó a todas las televisiones y a todos los ordenadores del universo la cara ensangrentada de Berlusconi convierte esa imagen en un icono desgraciado de nuestro tiempo: la política asociada a la violencia, una metáfora que se queda ahí, pegada en la retina, antes o después de que vengan otras consideraciones acerca de la identidad o las circunstancias del agresor. La política es un elemento insustituible de la vida pública, es la que garantiza o no el bienestar de los ciudadanos, la que programa, para bien o para mal, el desarrollo de las sociedades, y los que han sido elegidos democráticamente habitan en el santuario del poder público. Luego ocurrirá lo que muchas veces ocurre, que los políticos se comportan bien o mal, y ya son los electores los que finalmente los preservan o los quitan. Como la mayoría de la gente, estoy contra la agresión, contra el insulto, contra toda forma de sustitutición del diálogo y de la razón. Kofi Anan le decía ayer a John Carlin en ELPAIS-Domingo que una de las tradicciones africanas, desde Tánger a Ciudad del Cabo, es dialogar hasta el final; él dice que veía a sus mayores, en su pueblo natal, hablando sin descanso, muy serios: estaban tratando de ponerse de acuerdo. Por eso estoy, estamos: por escuchar hasta el final, por no agredir, por esperar a entender las razones del otro. Y si en medio se produce una agresión, a quien fuera, yo estaré en contra, no sólo por una ambición de armonía, sino porque eso está en la esencia democrática, que requiere respeto por los hechos y por las palabras ajenas, aunque no nos gusten nada. Las consecuencias de estos actos desde ya estan poniendo en marcha una maquinaria de represiòn contra los medios de comunicacion en red, como las redes sociales, Facebook y Twitter, podran ser intervenidas por las autoridades, ya que cualquiera e el poder con infulas de dictador, coartara desde su escritorio el derecho a la libertad de expresiòn ciudadana. Dando paso lentamente a lo que seria una dictadura deseada por el pueblo, pues la divisiòn socio polìticia se agiganta momento a momento despues de este hecho. El ataque hecho por un ciudadano comùn co problemas de enfermedades mentales. Es un reflejo fiel y critico de la sociedad mundial misma, no pensemos solamente en Italia, ya que lo mismo puede suceder en cualquier parte del mundo, cuando un pueblo se enoja contra sus dirigentes. El uso de la violencia no debe de usarse en ningun modo, pues el dialogo sincero y veraz, entre los litigantes es el verdadero camino hacia la paz. Siempre y cuando recapitulo, exista la verdadera intenciòn de abrazarnos a una evolucion en donde la paz, la convivencia y el respeto a los derechos de los demàs, venga respetado, ya que lo que te pasa a ti me duele a mi, pues somos partes iguales todos de un mismo cuerpo, el universo. El autor. Carlos Valdez.
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